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Mayor disponibilidad y confiabilidad de los equipos: se reducen fallas, paros no programados y tiempos muertos, logrando una operación más estable y predecible.
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Incremento del OEE (Overall Equipment Effectiveness): el TPM impacta directamente en los tres factores del OEE: disponibilidad, rendimiento y calidad.
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Reducción de costos de mantenimiento y reparación: Al detectar y corregir fallas a tiempo, se evita el gasto en refacciones, retrabajos y tiempos perdidos de producción.
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Aumento de la productividad global: Equipos en buen estado permiten flujos continuos, menos defectos y mayor eficiencia en la línea de producción.
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Mejor comunicación entre producción y mantenimiento: se eliminan barreras entre áreas, estableciendo colaboración diaria y objetivos comunes.
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Mejor aprovechamiento de la mano de obra: Los equipos se vuelven más autónomos y eficientes al participar activamente en la mejora de sus propios procesos.
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Mayor calidad del producto final: equipos confiables producen con menos variación y defectos, mejorando la satisfacción del cliente.
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Optimización del uso de recursos: Se evita desperdiciar energía, materiales y tiempo, aumentando la rentabilidad operativa.
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Seguridad industrial reforzada: equipos bien mantenidos reducen accidentes, fugas, sobrecalentamientos o paros imprevistos que ponen en riesgo al personal.
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Fortalecimiento de la cultura de mejora continua: involucra a todos los niveles de la organización en el cuidado y mejora de los activos, fomentando responsabilidad compartida.